Dicen que una de las experiencias más enriquecedoras es la enseñanza. Tener la oportunidad de compartir aquello que uno conoce, incluso con extraños, es una de las actividades más gratificantes e inspiradoras que se pueden vivir. Y es que, aunque parezca sorprendente o incluso algo pretencioso, enseñar se asemeja más a un viaje compartido entre maestro y alumno que a una actividad burocrática donde simplemente alguien habla y otro escucha. Al menos, eso puedo afirmar tras haberlo experimentado de primera mano.
El proyecto “Ciencia para todos”, a través de su módulo “La ciencia visita el parque”, busca precisamente generar este tipo de “viajes”. La idea central es transformar la ciencia en algo accesible, emocionante y participativo, permitiendo que divulgadores —en el sentido más amplio y generoso del término— interactúen con el público de manera que ambos lados aprendan y disfruten del proceso. En lugar de intimidar con conceptos complejos, este proyecto intenta enseñar principios fundamentales de la ciencia de la manera más sencilla posible, utilizando experimentos que despiertan la curiosidad y fomentan el aprendizaje práctico.
Esto fue exactamente lo que sucedió en nuestra salida del domingo 17 de diciembre de 2024 al parque de La Carolina. En esa ocasión, se presentaron experimentos de diferentes áreas de la ciencia, como óptica, electromagnetismo y física molecular. En particular, mi tarea consistió en presentar dos experimentos relacionados con la física molecular: tensión superficial y la ley de los gases ideales.
El primer experimento, sobre tensión superficial, buscaba mostrar cómo esta propiedad de los líquidos puede desafiar incluso a la gravedad. Fue un placer ver la sorpresa en los rostros de quienes descubrían que algo tan aparentemente común como la caída de un líquido se veía detenida por una película de este mismo que podía sostener el líquido en sí mismo, debido a fuerzas invisibles. Por otro lado, el segundo experimento demostraba la capacidad de los gases para expandirse o contraerse dependiendo de los cambios de presión mediante el uso de masmellows (que dicho sea de paso llaman la atención de los más pequeños), un principio básico de la ley de los gases ideales. Ambos experimentos fueron seleccionados porque ilustran conceptos que, aunque simples, son fundamentales para entender el mundo que nos rodea.
La interacción con el público fue sumamente enriquecedora. En cada presentación, las personas mostraban un gran interés, buscando inicialmente sus propias explicaciones para los fenómenos observados. Después, al escuchar las explicaciones ofrecidas, sus preguntas iban mucho más allá de lo superficial, reflejando un interés genuino por comprender cómo y por qué sucedían las cosas. Muchos se aventuraron incluso a reproducir los experimentos por sí mismos, un gesto que me hizo pensar en cuán importante es el aprendizaje práctico para despertar y consolidar la curiosidad científica.
Sin embargo, lo que más me impactó no fueron solo las preguntas o la participación activa, sino el cambio que podía percibirse en la actitud de quienes interactuaban con los experimentos. Al principio, algunos parecían algo escépticos o inseguros frente a los conceptos científicos, pero poco a poco, esa actitud se transformaba en entusiasmo y confianza. Fue un recordatorio poderoso de que la ciencia no está reservada para unos pocos; es algo que todos podemos entender y disfrutar si se nos presenta de la manera adecuada.
Al final del día, mientras recogía los materiales y reflexionaba sobre la experiencia, no podía evitar sentirme agradecida. Ser parte de un proyecto como este no solo me permitió compartir lo que sé, sino también aprender de cada persona que se acercó, de sus preguntas, sus dudas y su entusiasmo.
Todo esto me permitió reafirmar que, como mencioné al principio, enseñar no es un monólogo, es un diálogo continuo. Y en ese diálogo, todos salimos enriquecidos.
Quizá, lo más valioso de esa jornada no fueron los experimentos en sí, sino la sensación de que la ciencia, cuando se comparte de manera genuina, tiene el poder de conectar a las personas y hacer que el mundo sea un lugar un poco más comprensible y, debido a ello, un poco más asombroso.